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CarnePensamiento

Publicada el 2025/08/22 - 2025/08/22 por styx

Pienso en la vida. Ninguno de los sistemas que pueda edificar igualarán jamás mis gritos de hombre ocupado en rehacer su vida.

Imagino un sistema del que participaría el hombre todo, el hombre con su carne física y las alturas, la proyección intelectual de su mente.

Para mí es necesario contar, antes que anda, con el magnetismo incompresible del hombre, con lo que, a falta de una expresión más aguda, me veo obligado a llamar su fuerza vital.

Carne

Será necesario que un buen día mi razón acoja esas fuerzas sin formular que me asedian, que se instalen en el sitio del más alto pensamiento, esas fuerzas que desde afuera tienen la forma de un grito. Existen gritos intelectuales, gritos que provienen de la sutileza de la médula. A eso es a lo que llamo Carne. No separo mi pensamiento de mi vida. Con cada vibración de mi lengua, rehago todos los caminos de mi pensamiento en la carne.

Hay que haber estado privado de la vida, de la nerviosa irradiación de la existencia, de la completud consciente del nervio, para darse cuenta de hasta qué punto el Sentido y la Ciencia de todo pensamiento se esconden en la vitalidad nerviosa de las médulas y cómo se equivocan aquellos que reducen todo a la Inteligencia o a la Intelectualidad absoluta. Completud que abarca toda la consciencia y los caminos ocultos de la mente en la carne.

Pero, ¿qué soy yo en medio de esta teoría de la Carne o, para decirlo mejor, de la Existencia? Soy un hombre que perdió su vida y que por todos los medios busca que ésta recupere su lugar. Soy, en cierto modo, el Excitador de mi propia vitalidad: vitalidad más preciosa para mí que la consciencia, ya que lo que en los otros hombres no es más que un medio de ser un Hombre es, en mí, toda la Razón.

En el curso de esta búsqueda soterrada en los limbos de mi consciencia, me pareció sentir estallidos, como la colisión de piedras ocultas o la súbita petrificación de fuegos. Fuegos que serían como verdades insensibles y, por milagro, vitalizadas.

Pero es necesario ir a pasos lentos por la ruta de las piedras muertas, sobre todo para aquel que ha perdido el conocimiento de las palabras. Es una ciencia indescriptible, que explota en sacudidas lentas. Y el que la posee no la conoce. Pero tampoco los Ángeles conocen, ya que todo verdadero conocimiento es oscuro. El Espíritu claro pertenece a la materia. Quiero decir: el Espíritu, en un momento determinado, claro.

Pero hace falta que yo inspeccione ese sentido de la carne que debe brindarme una metafísica del Ser y el conocimiento definitivo de la Vida.

Para mí, quien dice Carne dice antes que nada aprensión, pero de punta, carne al desnudo, con toda la profundización intelectual de ese espectáculo de la carne pura y todas sus consecuencias en los sentidos, es decir, en el sentimiento.

Y quien dice sentimiento dice presentimiento, vale decir conocimiento directo, comunicación invertida y que se ilumina desde el interior. Hay un espíritu en la carne, pero un espíritu presto como el rayo. Y, a pesar de todo, el estremecimiento de la carne participa de la alta sustancia del espíritu.

Y, no obstante, quien dice carne también dice sensibilidad. Sensibilidad, vale decir apropiación, pero apropiación íntima, secreta, profunda, absoluta de mi propio dolor y, por consiguiente, conocimiento solitario y único de este dolor.

Codificar el cuerpo lo fija en su extensión, llevando a la descendencia fuera del “circuito de la carne” germo-somático y sus marañas ciberplexivas. Al ser social o somático [organismo] se le prohíbe ser carne (tejido animal desheredado, simultáneo con lo fatal, materia mutable, espontánea y huérfana) y se lo lleva a la humanidad del yo orgánico o el cuerpo-para-sí; una persona corporizada que nace, vive y muere.

“El hombre debe constituirse por la represión del influjo germinal intenso, gran memoria bio-cósmica que haría pasar el diluvio sobre todo intento de colectividad.”1

La máquina de guerra se involucra en la guerra en dos polos: por una parte forma una línea de destrucción “prolongable hasta los límites del universo”, mientras que la otra traza una línea de fuga para la “composición de un espacio liso y del movimiento en ese espacio”.

Este es el verdadero significado de “desterritorialización”, y “la infinita velocidad del pensamiento”; cada concepto confirma el extraordinario poder del afuera2. La dificultad es que “uno no puede escribir suficientemente en el nombre de un afuera” porque “no tiene imagen, ni significación, ni subjetividad.”3 ¿Cómo unirse con él? La manera más simple es convertir al pensamiento en una máquina de guerra, ponerlo en una relación inmediata con las fuerzas del afuera4.

Pensamiento

El afuera aparece en las altas horas de la lúgubre noche mientras la lluvia atomista tamborilea fuera. Su oscuridad no proviene de un culto al vacío o de una aceptación existencial de la nada. Arrojando brillantes destellos como una conmoción del pensamiento, aparece como el “mensajero de un problema” que pinta de negro un mundo atemorizado5. Este movimiento sienta las bases de un pensamiento que sea “una relación con el afuera”.6

El movimiento del pensamiento sigue una línea explosiva cuya génesis se compone de problemas que se manifiestan desde fuerzas imperceptibles que trastornan los hábitos de la mente.

El pensamiento verdadero es doloroso y normalmente se nos impone debido a la brutalidad de un evento tan terrible que no puede ser resuelto sin la dificultad del pensamiento.7 Un pensamiento así no construye un juzgado de la razón en el cual cada avance del pensamiento confirma aún más aquello que ya era evidente, como si desarrollase un elaborado espejo del mundo.

Estos intentos de desarrollar “un elaborado espejo del mundo” son la afirmación realista de que “las cosas existen independientemente de la percepción”, pero se olvidan de que “no existe ni hombre ni naturaleza” cuando hay “únicamente el proceso que los produce uno dentro de otros.”8. Así que mientras no haya hombre, la naturaleza [“realidad”] también ha de desvanecerse. Sin tratar lo real como lo verdaderamente artificial, el pensamiento es reasentado como una teología de este mundo que tapona todas las filtraciones hacia el afuera: la imagen del pensamiento, el mundo de la representación.

Para romper con la imagen del pensamiento, y propiciar un pensamiento sin imagen, podemos servirnos del teatro de la crueldad; el único pensamiento que nos permite ponderar es “el hecho de que no pensamos todavía”, donde sentimos “la impotencia para pensar el todo y para pensarse a sí mismo”, un “pensamiento que está siempre fosilizado, dislocado, colapsado”.9 La es una “fuerza disociadora”, “una figura de la nada” y “un agujero en las apariencias” útil solo para desligarnos de nosotros mismos.10

La crueldad retorna como un lenguaje escrito en la carne: “signos terribles los que labran los cuerpos y los colorean”, y describe más acertadamente el “ser de lo sensible” como “los demonios, los portadores de signos” que nos traen el pensamiento.

Archivos desmembrados:

  • Artaud
  • Fanged Noumena
  • Oscuro Deleuze
  • Inmanencia, Una vida

1 AntiEdipo, Paidós, 1985: 197

2 AntiEdipo, Paidós, 1985: 111;
¿Qué es la Filosofía? Anagrama, 1993: 27, 39-42, 46-47

3 Mil Mesetas, Pre-Textos, 1988: 327

4 Mil Mesetas, Pre-Textos, 1988: 381

5 Diferencia y Repetición, Amorrortu, 2002: 216

6 La Isla Desierta y otros textos, Pre-Textos, 2005: 255

7 ¿Qué es la Filosofía?, Anagrama, 1993: 11

8 AntiEdipo, Paidós, 1985: 12

9 La Isla Desierta y otros textos, Pre-Textos, 2005: 224

10 La Imagen-Tiempo. Estudios sobre Cine 2, Paidós, 1987: 224

Etiquetado como Artaud, Deleuze, Empirismo Trascendental, Materialismo, Nick Land, Pensamiento

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